El miércoles cuando todo el mundo esperaba una discurso estilo "5x1" Néstor nos sorprendió cediéndole el atril a Cristina quien optó por una arenga moderada convocando al diálogo. Ayer las organizaciones rurales aceptaron el convite vago hecho por la presidenta el miércoles (era un llamado al diálogo entre los argentinos que no especificaba a quien iba dirigido y que no respondía al pedido de los ruralistas de una señal concreta) pero decidieron continuar con el paro hasta el próximo miércoles. Hoy se pueden apreciar muchas críticas en los diarios a la actitud de las organizaciones rurales. Sin embargo, y aun cuando hubiera sido mejor si daban una señal conciliadora, es posible entender el supuesto "desaire" de los productores agrícolas.
La negociación ente el gobierno y el campo es propicia para aplicar teoría de los juegos. Aunque hasta el miércoles uno podía pensar en esta negociación como un juego del gallina, hoy podemos volver a modelizarla como un juego del prisionero. En el juego del gallina cada parte busca subir la apuesta de modo de forzar la cooperación de la contraparte. Las preferencias para cada parte se ordenan de la siguiente manera:
1) Defección - Cooperación
2) Cooperación - Cooperación
3) Cooperación - Defección
4) Defección - Defección
Cada parte busca que el otro ceda (coopere) y para ello sube constantemente la apuesta amenazando con escalar aun más e ir al choque. Que ambos cedan (CC) es mejor a ceder frente al otro (CD). Sin embargo, ceder frente al otro es mejor a que ninguno de los dos ceda (DD), por que allí los costos son altísimos para ambas partes. Hasta el miércoles este era el panorama: tanto el gobierno como el campo usaban la escalada como arma negociadora, aunque ambos estaban probablemente mejor si llegaban a una solución de compromiso (CC). Sin embargo, el presidente Kirchner veia una solución de compromiso (se mantienen las retenciones móviles pero se modifica la tablita) como altamente costosa en la medida que la misma implicaría abrir la puerta a reclamos de otros sectores. Los costos del compromiso eran sin embargo menores a los de ceder (por ejemplo retrotraer todo al 11 de marzo). Los costos para ambas partes subían considerablemente con la parálisis, aunque convengamos que para el gobierno eran mayores.
Sin embargo, como ya lo afirmamos en otro posteo, el conflicto con el campo es un juego de dos niveles en donde la clave para lograr un acuerdo y a la vez debilitar a la contraparte consiste en ampliarle el conjunto ganador (es decir, aquellos acuerdos alcanzados en el nivel 1 que serían ratificados por el nivel 2). El gobierno apostó a dividir a los ruralistas haciendo concesiones en otros temas para de este modo lograr un acuerdo en términos favorables. La estrategia fracasó. El campo apostó a lo mismo apelando a dos medidas: subiendo el costo de no acordar para el gobierno, y apuntando al nivel 2 del gobierno (gobernadores e intendentes). Por allí llegó justamente la adopción de un tono más conciliador.
Sin embargo el campo rechazó la "rama de Olivo" de Cristina. Por qué? Apelaremos esta vez al juego del prisionero. En el juego del prisionero ambas partes están mejor si cooperan pero no lo hacen por la desconfianza hacia el otro. Esa es probablemente la situación hoy: tanto el campo como el gobierno estarán mejor si llegan a un acuerdo. El gobierno podrá dedicarse a gobernar y el campo a sembrar. Sin embargo, el campo rechaza la conciliación y pide más. Por qué lo hace? Una de las soluciones al dilema del prisionero es lo que Axelrod llama el Tit for Tat. Cuando el juego del prisionero se repite, Axelrod sugiere que si el costo de la trampa no es elevado, conviene cooperar en la primer jugada y luego dependiendo de la reacción de la contraparte, decidir el movimiento en la jugada siguiente. El campo dos veces optó por "cooperar": a fines de marzo cuando decretó la tregua de un mes y cuando finalizó la tregua y extendió la misma para que no colapsaran las negociaciones. Sin embargo, en ambos casos la respuesta del gobierno fue la defección: durante la tregua el gobierno se dedicó a trampear poniendole largas al asunto, incumpliendo los compromisos en la mesa de negociaciones, etc. Así y todo, el campo, frente a la trampa (cheating en inglés) del gobierno, cooperó nuevamente accediendo a extender la tregua. La respuesta fue una nueva defección. El miércoles el gobierno, en una nueva repetición del juego, buscó la cooperación. Sin embargo esta vez el campo respondió con la defección. Claramente, la experiencia previa condicionó la respuesta del campo que frente a la ausencia de una promesa concreta intuyó una nueva trampa del gobierno.
Axelrod al sugerir el "tit for tat" afirma que si bien puede llevar a un círculo virtuoso de cooperación, también puede generar el camino inverso si la cooperación inicial recibe como respuesta la trampa. Las pruebas están a la vista.