Es difícil hacer pronósticos y construir escenarios futuros más si se trata a dos años vista como pretendo hacer en este posteo. Pero de tanto enfocarnos en la coyuntura es posible que estemos perdiendo de vista lo que ocurrirá el 10 de diciembre de 2011 cuando Cristina Kirchner transfiera la banda y complete su mandato, algo que creo, salvo alguna crisis mayúscula, no debería tener problemas en lograr. Entonces mis supuestos son que a)Cristina, aun con la lengua afuera y jadeante, termina su mandato (lo de jadeante y con la lengua afuera no debe ser asociado al consumo de carne de cerdo por parte de Néstor por favor!); 2)ella no es reelecta ni tampoco Néstor es el sucesor. Podría ocurrir ciertamente, pero en principio una vez que se superan ciertos umbrales de impopularidad es difícil por no decir imposible recuperar la confianza de la opinión pública.
Todo indica que a pesar de lo que marcan las encuestas N. Kirchner continuará impulsando su candidatura presidencial o la de su mujer, y que para ello necesitará recursos, abundantes hasta 2007, escasos hoy tras varios años de política fiscal fuertemente expansiva. Desde 2008 hacerse de recursos ha sido la principal preocupación de la pareja presidencial. Primero fue el conflicto con el campo, segundo el intento fallido de recuperar el acceso a mercados, tercero la nacionalización de las AFJPs, seguida en 2009 por la apropiación de la emisión de DEGSs del FMI, la ampliación del crédito con entidades públicas (Banco Nación y el BCRA), el raspado de olla en el resto de las agencias superavitarias del sector público y finalmente el nuevo intento de regresar a los mercados acompañado por el Fondo del Bicentenario. Está claro que a)Kirchner no defaulteará; b)no planea hacer un ajuste fiscal sino que c)continuará expandiendo el gasto por encima del crecimiento de los ingresos sin importar las consecuencias de mediano plazo, dado que la tan mentada "caja" es clave para domesticar a gobernadores e intendentes, o al menos para evitar su rebelión y retrasar el surgimiento de cualquier liderazgo alternativo dentro del peronismo. La caja es la última línea de defensa dado que la Justicia, la prensa (en su gran mayoría), el sector privado (en su gran mayoría) y la opinión pública le han dado la espalda a un gobierno que ya no controla a su antojo al Congreso. La caja es a la vez lo único que puede mantener vivo el proyecto político del kirchnerismo de cara a 2011 y a la vez sostener aunque de manera precaria la gobernabilidad.
Ergo, aunque todas las encuestas (salvo las que el gobierno compra para difusión pública)indican que cualquier figura de esta oposición débil, fragmentada, vedettista y realmente pobre, vencería a Néstor en un ballotage, Kirchner dará batalla hasta el final. Final anticipado si las internas abiertas y obligatorias se vuelven en contra de su progenitor (a las leyes electorales las carga el diablo!). Igualmente, convengamos que si las encuestas muestran a Néstor perdiendo la interna, no faltará un oportuno amparo y otro más que oportuno juez que las suspenda haciendo suyo algún planteo de inconstitucionalidad. Pero así y todo, suponemos que en 2011 el poder pasa a una figura peronista no K o a un radical, que esperemos, cuente con algo más de resplado que el radicalismo.
Quien quiera que sea se hace cargo de la situación y con qué se va a encontrar? Bueno, con las finanzas públicas muy debilitadas por años de fuerte expansión del gasto, con escasas posibilidades de elevar la recaudación (como el incidente del campo lo reveló), con presión de varias corporaciones que ora afectarán los recursos del fisco (el campo pidiendo una baja de retenciones) ora contribuirán a reducir el gasto sensiblemente (ajuste de tarifas, restauración de un sistema de precios más o menos transparente para el sector energético)pero que acarrearán elevados costos sociales. Agreguemos a este cóctel una inflación persistente de dos dígitos (recordemos que desde 2005 venimos con dos dígitos!)y una reversión de las mejoras en materia social que hubo entre 2003 y 2007. En el costado positivo tal vez quepa destacar una economía en recuperación tras el bajón de 2008 y vencimientos de deuda que parecerían manejables. Agreguemos que a diferencia de De la Rúa, quien suceda a Cristina no deberá lidiar con la camisa de fuerza de la convertibilidad ni con la dolarización de los contratos, los cuales limitaban y mucho el rango de políticas de la Alianza.
En lo político, no se avizora, salvo que el peronismo triunfe y se unifique bajo un liderazgo alternativo al de Kirchner, un gobierno con mayoría en ambas cámaras. Si gana un radical, parece difícil imaginar una "ola" como en 1983 o en 1999 que permita el control de la Cámara Baja y para agregar un par de frutillas al postre: el senado donde el peronismo siempre es mayoría cuando no es gobierno y fuera del ámbito legislativo, la CGT.
Y de esto cómo se sale? Ufffff...Si es un peronista no kirchnerista parecería más sencillo por la relación entre el peronismo y la CGT, y por el tradicional verticalismo peronista que una vez que ve un liderazgo consolidado se alínea. Si es una figura de otro partido, sería hora de comenzar a mirar como se las arreglan en Brasil para asegurar la gobernabilidad. Va a ser necesaria una dosis increíble de liderazgo político, capacidad de articular una coalición de gobierno y legislativa ágil y con mecanismos aceitados de consulta y toma de decisiones. Sin ser economista me animo a decir que desactivar la pesada herencia kirchnerista va a requerir combinar en dosis adecuadas una política fiscal ortodoxa que ponga en la misma línea el ritmo de crecimiento de ingresos y gastos, con una política heterodoxa de concertación de precios para ir saliendo gradualmente del esquema de subsidios, congelamiento tarifario, controles informales de precios, etc., que el kirchnerismo ha montado en estos 7 años. Y también va a ser necesaria la prudencia y la fortaleza para que el gobierno no se convierta simplemente en un reflejo de la agenda de las distintas corporaciones hoy enfrentadas al kirchnerismo y que no van a escatimar esfuerzos para borrarlo del escenario político apoyando un proyecto alternativo.