En uno de sus comentarios el kirchnerista vergonzoso que ha pasado a ser un habitué del tribuno hace al pasar una referencia a la defensa que este gobierno hace de los asambleistas de Gualeguaychú frente a Uruguay, y lo plantea como una supuesta defensa del "interés nacional".
Esto me da la oportunidad de hablar un poco del tema papeleras. Quien crea que este gobierno defiende el interés nacional realmente tiene un probado gusto por comer vidrio, sea en la variedad que sea. Empecemos por tirar abajo una cáscara vacía como es el concepto de interés nacional. ¿Existe el interés nacional? ¿Quién lo define? Si lo definen los habitantes de Gualeguaychú, es más bien un interés local. Alguno me dirá lo defiende el gobierno que fue votado por el pueblo. Parcialmente cierto, pero no del todo. El gobierno hace una interpretación del interés nacional, que no es genuinamente la nación. No todos están a favor del tipo de cambio alto, no todos están con los asambleístas. Por otro lado, muchas veces se da que los gobiernos toman medidas que favorecen a grupos pequeños y concentrados y perjudican a las mayorías, sólo porque los primeros tienen mayor capacidad de lobby (para más referencias ver Olson, "La lógica de la acción colectiva") y los segundos no. Así que la idea de un interés nacional no parece muy asequible. Obvio que bajo ciertas situaciones límite como una guerra, una agresión, etc., es más fácil hablar de un interés nacional, pero con un tema como las papeleras, no. Si podemos hablar de las preferencias de la mayoría. Interés nacional es un concepto bastante negativo que invocan los fachos y las dictaduras para generar lo que en Estados Unidos llaman el rally alrededor de la bandera.
Eso en primer lugar. En segundo lugar, por la única razón es que Gualeguaychú atrajo el interés de Kirchner, es porque vio un potencial daño a su estrategia de construcción de imagen. Este gobierno proyecta la imagen de Kirchner como un presidente que necesita a la vez que lo ayuden, pero que también se muestra como un guardián que protege a sus ciudadanos (con López parece que no les fue muy bien). Por otro lado, es un gobierno que surfea las encuestas, y si las encuestas marcan una cierta empatía de la opinión pública con Gualeguaychú, entonces los asambleistas definen la política ambiental y exterior de la Argentina. A todo esto, Picolotti viaja a Washington y a la Haya por el tema de las dichosas pasteras, pero no la vi muy preocupada por Pascua Lama o las pasteras que ya hay instaladas en la Argentina.
Es decir, se trata de un gobierno que ve a la política exterior como un recurso de construcción de imagen para fortalecer su posición política interna. Por eso por ejemplo se muestra recio con Estados Unidos, pero negocia bajo la mesa la ley de patentes que Menem no pudo sacarle al Congreso. Fox el año pasado estuvo tan acertado como poco diplomático cuando dijo en Mar del Plata que era un gobierno que gobernaba para la tribuna.
Las papeleras, independientemente de por donde pase la justicia del caso, son eso. La política exterior actual no se basa en una definición respecto de algo así como el tan cacareado interés nacional. La actual política exterior es una pura función de las encuestas. Si esto es bueno o es malo, el tiempo se encargará de decirlo.
Pero lo cierto es que hoy nuestra política exterior, en lo que concierne a la relación con Uruguay, la definen los asambleistas de Gualeguaychú. Entiendo que el gobierno no los quiera reprimir, dado que su protesta es válida, aunque el modo de protesta sea manifiestamente ilegal. No obstante, los accesos terrestres a Uruguay no pueden seguir cortados y no pueden seguir sujetos al capricho de los asambleistas. Dado el comportamiento del gobierno en este caso, da la impresión que el presidente les tiene miedo y no se anima a enfrentarlos públicamente.