Too little too late
Martín Redrado finalmente se acordó que la Carta Orgánica de la institución que preside fija como objetivo prioritario defender el valor de la moneda. Se manifestó muy preocupado por una inflación que oficialmente acumula a lo largo de este año menos de un 7% en 8 meses y que terminará (oficialmente) en un dígito. Si la inflación crece a ese nivel, en un país que ha crecido como ha crecido la Argentina en los últimos 5 años y que tuvo una devaluación brutal de su tipo de cambio en el año 2002, creo que su preocupación es exagerada.
Ahora, como sabemos y como sabe Martín, la inflación real es muy superior a la oficial y es como para preocuparse. En verdad más que para preocuparse, era para ocuparse en 2005 cuando perdimos la estabilidad de precios. Durante 2006 nos dormimos pensando que con acuerdos de precio y el matonismo de Moreno alcanzaba y en 2007 nos despertamos dándonos cuenta que a)como con acuerdos y matonismo no es suficiente, mejor no perder pólvora en chimangos y directamente manipular el indicador; b) que incluso con un 20% de inflación real (ver IPC Mendoza) la gente prefiere al gobierno probablemente porque puesta a elegir (falsa opción) entre crecimiento del empleo con inflación o desempleo alto con estabilidad de precios, prefiere transitoriamente lo primero.
Que pito toca el BCRA en todo esto? Bueno, digamos que el BCRA tiene gran responsabilidad en nuestro desborde de precios. No es el principal responsable dado que a) carece de autonomía real respecto de Balcarce 50 (basta con ver la conformación del Directorio); b)la gran mano para que los precios suban como han subido la está dando la política fiscal.
Así y todo, la ayudita de Redrado con tasas de interés negativas y con su preocupación exclusiva en vigilar el programa monetario antes que mirar el crecimiento constante del IPC durante 2005 y 2006, no es despreciable. Por eso es que esta preocupación súbita es demasiado tardía y demasiado pequeña. Vendrá octubre y tras él probablemente el ajuste vía gasto, pero sigo pensando que esto nos lo podríamos haber evitado (como tantas otras cosas) sin comprometer el crecimiento futuro, y que domar nuevamente a la inflación no será tan fácil como algunos piensan. Las recetas son conocidas por todos: el tema es aplicarlas y que los que se vean afectados por las mismas (empresas que se comprometan a no aumentar precios y sindicatos que resignen demandas de ajuste salarial mientras por la vía fiscal y monetaria la ortodoxia hace el resto del trabajo) no pataleen demasiado.
Ojalá el BCRA se hubiera acordado en diciembre de 2005 de su misión primaria.
Ahora, como sabemos y como sabe Martín, la inflación real es muy superior a la oficial y es como para preocuparse. En verdad más que para preocuparse, era para ocuparse en 2005 cuando perdimos la estabilidad de precios. Durante 2006 nos dormimos pensando que con acuerdos de precio y el matonismo de Moreno alcanzaba y en 2007 nos despertamos dándonos cuenta que a)como con acuerdos y matonismo no es suficiente, mejor no perder pólvora en chimangos y directamente manipular el indicador; b) que incluso con un 20% de inflación real (ver IPC Mendoza) la gente prefiere al gobierno probablemente porque puesta a elegir (falsa opción) entre crecimiento del empleo con inflación o desempleo alto con estabilidad de precios, prefiere transitoriamente lo primero.
Que pito toca el BCRA en todo esto? Bueno, digamos que el BCRA tiene gran responsabilidad en nuestro desborde de precios. No es el principal responsable dado que a) carece de autonomía real respecto de Balcarce 50 (basta con ver la conformación del Directorio); b)la gran mano para que los precios suban como han subido la está dando la política fiscal.
Así y todo, la ayudita de Redrado con tasas de interés negativas y con su preocupación exclusiva en vigilar el programa monetario antes que mirar el crecimiento constante del IPC durante 2005 y 2006, no es despreciable. Por eso es que esta preocupación súbita es demasiado tardía y demasiado pequeña. Vendrá octubre y tras él probablemente el ajuste vía gasto, pero sigo pensando que esto nos lo podríamos haber evitado (como tantas otras cosas) sin comprometer el crecimiento futuro, y que domar nuevamente a la inflación no será tan fácil como algunos piensan. Las recetas son conocidas por todos: el tema es aplicarlas y que los que se vean afectados por las mismas (empresas que se comprometan a no aumentar precios y sindicatos que resignen demandas de ajuste salarial mientras por la vía fiscal y monetaria la ortodoxia hace el resto del trabajo) no pataleen demasiado.
Ojalá el BCRA se hubiera acordado en diciembre de 2005 de su misión primaria.
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