Como Troilo (que nunca se fue de su barrio), la corrupción tampoco se fue, sino que siempre está llegando
Pareciera que la corrupción en nuestro país sigue viva y en buen estado. No es que abrigara muchas dudas sobre ello, pero cuando comparo con las tapas de los diarios de los defenestrados 90, puedo ver una sensible disminución de los casos de corrupción reportados por los medios. Y es que los 90 fueron como dijo el analista de Foreign Policy Moisés Naim "una explosión de corrupción". Probablemente (no tengo datos certeros, si los tuviera hubiera ido a la justicia) haya algo menos de corrupción que en los años del Sultán. Pero tampoco tanta menos. Sin dudas el gobierno del hombre que estaba hecho de quebracho y algarrobo disfrutó enormes oportunidades e incentivos para que hubiera corrupción en un nivel probablemente superior al registrado durante la última dictadura militar (que como sabemos no fue ni por asomo bajo). Es que como dijo Miles Kahler una vez, para achicar el estado es necesario concentrar poder en el estado (esto es la así llamada paradoja ortodoxa) y la concentración de poder normalmente favorece la corrupción. Entre la concentración de poder, concentración que tomó forma a través de las leyes de emergencia económica y reforma del estado amen de otros instrumentos, y la ausencia de controles efectivos por la complicidad de una corte cómplice y el desmantelamiento de otras instancias de accountability, no fue extraño que los 90 en la Argentina hayan sido un período signado por los casi cotidianos escándalos de corrupción.
Lo que vemos hoy es distinto. Probablemente haya algo menos corrupción, sea porque los pingüinos sean más honestos o menos desfachatados, o porque las oportunidades son menores (ya no hay un ENTEL para vender). Pero en las últimas semanas hemos visto un reverdecer en los medios de los casos de corrupción. Vale la pena recordarlos: caso Greco y Skanska. El caso Greco es un tanto raro, pero el de Skanska parece ajustarse al patrón de la actual corrupción.
La corrupción de los 90 era pública y notoria. Aparte era una corrupción de alto perfil. Los procesos de privatizaciones si no se desarrollan en un ambiente institucional adecuado, es casi de manual que van a involucrar sobornos, que a su vez harán que triunfe el oferente más inescrupuloso y no el más eficiente. La corrupción de hoy, es obviamente más opaca, más gris. Es la corrupción que aparece asociada a la obra pública. Lo de los 90 si quieren fue un botín excepcional, un single-shot por lo que -desde la perspectiva de un funcionario corrupto- había que maximizar las ganancias ya que semejante oportunidad no se iba a a dar todos los días. Lo de hoy es un curro más estable, probablemente algo menos rendidor, pero también menos espectacular por lo que el shock mediático es atípico. Pero no por eso deja de ser corrupción...
Y este gobierno tiene casos de corrupción. No estamos frente a un gobierno de progresistas honestos, como muchos imbéciles creen. Y como para probar mi caso sobre el carácter más gris de la corrupción actual basta recordar que en general aparece ligada a obra pública, a obras de infraestructura como la construcción de rutas (¿se acuerdan de los contratos CREMA?), viviendas y por qué no gasoductos (Skanska).
Comentario realista: si alguno cree que la opinión pública se va a inmutar por Skanska o Greco la verdad es que le aconsejo revisar nuestra historia reciente. ¿En la primera de la mitad de los 90 cuando la corrupción era un hecho a la vista, la gente dejó de votar a Menem y al PJ? Lamentablemente la importancia de la corrupción en la agenda es cíclica, y en este momento así mañana se descubriera algo terrible, probablemente la opinión pública lo toleraría porque estamos en la fase indulgente. Y es que si se probara efectivamente que funcionarios del ministerio de Planificación Federal estuvieron involucrados en un caso de corrupción, 1) le cortarían la cabeza (no literalmente desde ya) a dos perejiles; 2) a la gente no le importaría y razonaría como con Menem "roba pero hace" (ríanse o lloren esta frase "rouba mais faz" fue el slogan de un candidato a intendente en San Pablo en los años 50).
Lo que vemos hoy es distinto. Probablemente haya algo menos corrupción, sea porque los pingüinos sean más honestos o menos desfachatados, o porque las oportunidades son menores (ya no hay un ENTEL para vender). Pero en las últimas semanas hemos visto un reverdecer en los medios de los casos de corrupción. Vale la pena recordarlos: caso Greco y Skanska. El caso Greco es un tanto raro, pero el de Skanska parece ajustarse al patrón de la actual corrupción.
La corrupción de los 90 era pública y notoria. Aparte era una corrupción de alto perfil. Los procesos de privatizaciones si no se desarrollan en un ambiente institucional adecuado, es casi de manual que van a involucrar sobornos, que a su vez harán que triunfe el oferente más inescrupuloso y no el más eficiente. La corrupción de hoy, es obviamente más opaca, más gris. Es la corrupción que aparece asociada a la obra pública. Lo de los 90 si quieren fue un botín excepcional, un single-shot por lo que -desde la perspectiva de un funcionario corrupto- había que maximizar las ganancias ya que semejante oportunidad no se iba a a dar todos los días. Lo de hoy es un curro más estable, probablemente algo menos rendidor, pero también menos espectacular por lo que el shock mediático es atípico. Pero no por eso deja de ser corrupción...
Y este gobierno tiene casos de corrupción. No estamos frente a un gobierno de progresistas honestos, como muchos imbéciles creen. Y como para probar mi caso sobre el carácter más gris de la corrupción actual basta recordar que en general aparece ligada a obra pública, a obras de infraestructura como la construcción de rutas (¿se acuerdan de los contratos CREMA?), viviendas y por qué no gasoductos (Skanska).
Comentario realista: si alguno cree que la opinión pública se va a inmutar por Skanska o Greco la verdad es que le aconsejo revisar nuestra historia reciente. ¿En la primera de la mitad de los 90 cuando la corrupción era un hecho a la vista, la gente dejó de votar a Menem y al PJ? Lamentablemente la importancia de la corrupción en la agenda es cíclica, y en este momento así mañana se descubriera algo terrible, probablemente la opinión pública lo toleraría porque estamos en la fase indulgente. Y es que si se probara efectivamente que funcionarios del ministerio de Planificación Federal estuvieron involucrados en un caso de corrupción, 1) le cortarían la cabeza (no literalmente desde ya) a dos perejiles; 2) a la gente no le importaría y razonaría como con Menem "roba pero hace" (ríanse o lloren esta frase "rouba mais faz" fue el slogan de un candidato a intendente en San Pablo en los años 50).
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