Aclaración y rectificación
Lelio Mármora tuvo un gesto digno y reconociendo su rol inexistente en la conducción del INDEC optó por presentar la renuncia. Aunque tal vez el timing no fue el ideal (debería haber renunciado en Febrero) el gesto es valioso ya que nada le impedía hacer la plancha, seguir cobrando su sueldo como Director del INDEC y haciendo la vista gorda con el desastre que la dupla Moreno-Paglieri, siguiendo la partitura del "Maestro" Nestor K, están perpetrando en el INDEC
Vaya también el reconocimiento a Marcelo Rossi que dio un paso al costado harto de las presiones de Moreno.
Vaya también el reconocimiento a Marcelo Rossi que dio un paso al costado harto de las presiones de Moreno.
2 Comments:
Aprovecho este posteo de El Tribuno para recordar otro comportamiento conocido del curioso Sr. Moreno: negociar con un revólver sobre el escritorio.
Algunos años atrás, la gobernación de la provincia de Tucumán difundió una foto en la que se podía ver al entonces gobernador, el criminal Antonio Domingo Bussi, recibiendo gente con un arma sobre el escritorio. La obvia violencia simbólica de la escena generó una aguda reflexión de José P. Feinmann en su libro La Sangre Derramada (Buenos Aires: Booket, 2006) que parece oportuno transcribir textualmente:
"Que el revólver del gobernador esté sobre el escritorio quiere decir precisamente eso: el revólver, ahora, está sobre el escritorio. Ya no está guardado. Ya no está en un cajón. Ya no está, digamos, en el cajón del escritorio. No: el gobernador ha abierto el cajón del escritorio y sacó el revólver. Lo sacó del cajón y lo puso sobre el escritorio. El revólver, ahora, está a la vista de todos. Aún está en la cartuchera. El gobernador, todavía, no ha desenfundado. Pero exhibe su arma. Un arma es una proclama de violencia, de guerra. Un arma sobre el escritorio es una advertencia feroz: la paciencia está a punto de acabarse. El gobernador ha hecho, hasta ahora, sólo un par de gestos: abrió el escritorio y sacó el revólver, lo dejó sobre el escritorio y alejó su brazo. ¿Qué separa estos gestos del otro gesto, del que los completará? Es decir, ¿qué deberá suceder para que el gobernador estire el brazo, cierre su mano sobre la culata y empuñe el revólver? Aún no se sabe qué. Pero el mensaje está claro: 'Por ahora', dice el gobernador, 'el revólver está ahí. Aún no lo empuño pero ustedes -todos ustedes- ya lo ven. Con sólo estirar mi brazo puedo empuñarlo. No me obliguen a hacerlo. No me obliguen a hacer algo que, si me obligan haré: empuñar el revólver'. En suma: la violencia está a la mano" (p. 9).
Este tipo de situaciones, que algunos minimizan como si sólo se tratara de un problema de modales de un funcionario de segunda línea o como parte del folclore político local, no es otra cosa que una expresión de violencia que merece la condena abierta. Y si estas situaciones dejan de ser anecdóticas para ser lisa y llanamente un modus operandi de algunos funcionarios, estos señores son incompatibles con la convivencia democrática.
Por supuesto, a muchos estos "detalles" los tienen sin cuidado, son purismos institucionales. Unos pocos pensamos diferente. Feinmann y yo, al menos, pensamos otra cosa.
Tribuno,
Con respecto al conflicto del INDEC y los insólitos índices de precios y demás, me surge un comentario futbolero. Enrique Macaya Marquez siempre dice que hay 3 clases de mentiras: las pequeñas mentiras, las grandes mentiras y las estadísticas. El gobierno de Kirchner me hace cada día creer más en este comentario de Macaya.
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