lunes, marzo 12, 2007

Moreno y Freud

El anecdotario de Moreno es frondoso, sobre todo desde su arribo a la secretaría de Comercio Interior. Sin embargo un elemento común a todas las anécdotas son las referencias del polémico secretario hacia el tamaño de su miembro, o a como está cansado de "garcharse flacos" (en alusión al trato que les dispensa a sus interlocutores del sector privado).

Humildemente y a modo de hipótesis (claro está!) el tribuno cree que
1) Moreno tiene algún tipo de problema psicológico con el tamaño de su miembro o alguna suerte de disfunción sexual, que lo lleva a constantemente hacer referencias sexuales en sus interlocuciones con empresarios.
2) que tal vez si la gente de la UIA fuera más viva estaría contratando a un buen psicoanalista con el que Moreno pudiera hacer terapia de modo que una vez conocidas las causas de sus problemas, pudiera canalizar mejor su agresividad.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Aprovecho este posteo de El Tribuno para recordar otro comportamiento conocido del curioso Sr. Moreno: negociar con un revólver sobre el escritorio.

Algunos años atrás, la gobernación de la provincia de Tucumán difundió una foto en la que se podía ver al entonces gobernador, el criminal Antonio Domingo Bussi, recibiendo gente con un arma sobre el escritorio. La obvia violencia simbólica de la escena generó una aguda reflexión de José P. Feinmann en su libro La Sangre Derramada. Ensayo sobre la violencia política (Buenos Aires: Booket, 2006) que parece oportuno transcribir textualmente:

"Que el revólver del gobernador esté sobre el escritorio quiere decir precisamente eso: el revólver, ahora, está sobre el escritorio. Ya no está guardado. Ya no está en un cajón. Ya no está, digamos, en el cajón del escritorio. No: el gobernador ha abierto el cajón del escritorio y sacó el revólver. Lo sacó del cajón y lo puso sobre el escritorio. El revólver, ahora, está a la vista de todos. Aún está en la cartuchera. El gobernador, todavía, no ha desenfundado. Pero exhibe su arma. Un arma es una proclama de violencia, de guerra. Un arma sobre el escritorio es una advertencia feroz: la paciencia está a punto de acabarse. El gobernador ha hecho, hasta ahora, sólo un par de gestos: abrió el escritorio y sacó el revólver, lo dejó sobre el escritorio y alejó su brazo. ¿Qué separa estos gestos del otro gesto, del que los completará? Es decir, ¿qué deberá suceder para que el gobernador estire el brazo, cierre su mano sobre la culata y empuñe el revólver? Aún no se sabe qué. Pero el mensaje está claro: 'Por ahora', dice el gobernador, 'el revólver está ahí. Aún no lo empuño pero ustedes -todos ustedes- ya lo ven. Con sólo estirar mi brazo puedo empuñarlo. No me obliguen a hacerlo. No me obliguen a hacer algo que, si me obligan haré: empuñar el revólver'. En suma: la violencia está a la mano" (p. 9).

Este tipo de situaciones, que algunos minimizan como si sólo se tratara de un problema de modales de un funcionario de segunda línea o como parte del folclore político local, no es otra cosa que una expresión de violencia que merece la condena abierta. Y si estas situaciones dejan de ser anecdóticas para ser lisa y llanamente un modus operandi de algunos funcionarios, estos señores son incompatibles con la convivencia democrática.

Por supuesto, a muchos estos "detalles" los tienen sin cuidado, son purismos institucionales. Unos pocos pensamos diferente. Feinmann y yo, al menos, pensamos otra cosa.

6:09 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Esperaba algo mejor que su idea sobre el miembro de Moreno.

Por favor! Esta bajando el nivel del blog.

El Anónimo

10:04 a. m.  

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