Sobre la política exterior de nuestro actual gobierno
Para el gobierno kirchnerista la política exterior es un mero apéndice de la política interna. No hay ningún tipo de visión de largo aliento sobre como mejorar la inserción de nuestro país en el mundo. Solo hay preocupación por 1) utilizar la política exterior como una herramienta para mejorar la imagen de la dupla presidencial a nivel interno, buscando forjar la imagen a través de gestos histéricos y espasmódicos de un jefe de estado y un gobierno que nos defienden de las acechanzas de temibles lobos externos. Ello busca claramente explotar el chauvinismo argentino, tarea poco difícil; 2) evitar que la política exterior impacte sobre la aprobación del gobierno. No se busca solamente mejorar el nivel de aprobación y construir la imagen de una suerte de padre que nos protege. Se busca también satisfacer al coro de intelectuales y políticos de centro izquierda, que miran con más cariño a Caracas que a Santiago o Brasilia.
En consecuencia con estos dos objetivos se exagera la dureza de las posiciones argentinas (como cuando la prensa reporta los supuestos maltratos de Kirchner hacia el ex presidente del BID o al ex titular del FMI Horst Kohler) o bien se adoptan posturas de dureza meramente mediática, pero sin efecto real. Un ejemplo de ello es la reciente decisión de dar por caido el acuerdo con Gran Bretaña para la explotación de hidrocarburos. Este acuerdo hacía años que era inoperante y tal vez darlo de baja era lógico. Pero sin la estridencia con la que se hizo. Los gestos y las palabras, aun cuando pesan menos que las acciones concretas, a veces importan. Así, por ejemplo, la Argentina puede ser un país extremadamente cooperativo con Estados Unidos en temas fundamentales como lavado de dinero y lucha contra el terrorismo, algo que los Estados Unidos reconoce y destaca (y que el gobienro busca minimizar u ocultar, para evitar cualquier comparación con los 90), pero permitir el acto de Chávez el mismo día en que Bush estaba del otro lado del Río de la Plata, es una soberana torpeza. Podrá haber elecciones y ello siempre lleva a acciones únicamente destinadas a la opinión pública, pero la política exterior no es un aspecto menor que se defina pura y exclusivamente en función de una contienda electoral.
Dar de baja el acuerdo con Malvinas no sirve de nada. No cambia la política del Reino Unido, no mejora la posición negociadora de la Argentina ni nada. Sólo sirve para que el coro de idiotas se congratule creyendo que con ello complica la vida del imperio inglés.
No sugiero que haya que vivir agradando a otros gobiernos. Hay acciones que pueden resultar desagradables y que deben ser tomadas. Negociar con dureza la deuda externa fue un acierto claramente. No ceder frente al Fondo en este tema fue otro, y eso está fuera de discusión. Arrinconar a Uruguay en el tema papeleras fue lisa y llanamente una estupidez. Dejar la conducción de la política exterior en manos de una asamblea de vecinos también. Me cuesta creer que las únicas opciones para el gobierno fueran aceptar las papeleras como un hecho consumado o seguir la postura de los asambleistas. Uso este tema solo para ilustrar mis puntos y para mostrar como la política exterior para este presidente es una mera variable de ajuste de las encuestas de opinión pública.
Mientras tanto:
- El Mercosur está estancado y su agenda sigue acumulando cuestiones por resolver
- la relación de la Argentina con los países del G7 está deteriorada y no hay ningún intento de recomponerla
- La relación con nuestros vecinos dista de ser excelente. Con Chile el tema del gas ha sido pésimamente manejado. Aunque sea obvio que debe privilegiarse el abastecimiento interno incluso al costo de cortar todo el flujo de gas a Chile, el manejo del gobierno en los medios y el trato con los funcionarios chilenos dejó mucho que desear. Se dijo una cosa y luego se hizo otra. Con Uruguay la relación es obviamente tirante, y tardará en recomponerse sin que el gobierno haya logrado su objetivo.
- Con Estados Unidos nuestra política exterior ha sido zigzagueante: por un lado los apoyamos en Haití, le pedimos a sus capitales que vengan (todos los años el presidente lo hace en el Council of the Americas), les damos intervención en la triple Frontera, le damos una ley de patentes a su gusto, y a la vez adoptamos gestos en sentido contrario permitiendo que se nos perciba como aliados al populismo petrolero chavista.
Es difícil explicar la total desatención del presidente por la política exterior. Probablemente se deba a su parroquialismo, tan simpático para buena parte de nuestra sociedad. Esto es lo de menos, lo importante sería comenzar a pensar que lugar se busca para la Argentina en el mundo, como conseguirlo, en cuanto tiempo y sobre todo, como la política exterior puede contribuir a mejorar la vida de nuestros ciudadanos.
2 Comments:
Tras un mes de ausencia, sólo nos queda una conclusión posible: el Tribuno ha muerto...
tribuno, si no esta muerto opine sobre la capital...
el anonimo
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