domingo, mayo 16, 2010

Uno sobre política local

En la Argentina rara vez se castiga a los culpables, pero casi siempre a los pelotudos. El caso de las escuchas ilegales en la ciudad de Buenos Aires sería un ejemplo más de una larga lista. Ante todo unas advertencias preliminares: no soy militante del PRO y si bien voté a Macri una sola vez (segunda vuelta del 2007) lo hice con bastante reticencia y como un mal menor (en la primera vuelta había votado a Telerman). En segundo lugar, de ninguna manera estoy de acuerdo con una intromisión ilegal en la vida privada de las personas, y en tercer lugar, no planteo con este posteo aligerar las responsabilidades que Mauricio Macri haya podido tener en el armado de una red de escuchas ilegales, de lo que lo acusa el juez Norberto "Espartacus" Oyarbide.

Paso a paso. Por qué digo que rara vez se castiga a los culpables y siempre a los pelotudos. Sencillo: Enrique Olivera fue vícticma en 2005 de una burda operación de prensa montada por un indigno hijo de Alfredo Bravo, operación de prensa que rindió sus frutos: la opinión pública castigó a Olivera por un hecho que no había cometido. En 2007, dos dirigentes muy disímiles, Telerman y Blumberg recibieron el látigo de la opinión pública por un pecado menor: decir que tenían un título universitario del cual carecían. Tal vez había mejores motivos para que la opinión pública les diera la espalda. Pero convengamos que en el caso de Blumberg la opinión pública no le retiró el apoyo por sus imprudencias verbales, ni por el apoyo a medidas penales represivas, sino tan solo por decir que era ingeniero cuando no lo era. Que la mentira es algo grave no lo dudo, es más, es algo perverso mentir. Pero es evidente que la opinión pública maneja un doble estándar respecto de las mentiras. Las mentirijillas (salve Oh! Ned Flanders!)son duramente castigadas. Las mentiras con M mayúscula no. Y qué tiene que ver esto con Macri?

A Macri se lo acusa de armar una red de escuchas ilegales. Es un hecho terrible ciertamente, pero no excepcional. Cómo es que los progres se horrorizan tanto por descubrir que el jefe de gobierno de la ciudad hizo esto (un tribunal oral suponemos en última instancia decidirá si Macri es o no es culpable de lo que se lo acusa) pero ni mosquean frente al hecho de que las escuchas son parte cotidiana de la vida política. El uso de la SI (ex SIDE) por parte de éste gobierno (como también lo hicieron los anteriores) es pavoroso. Si Nixon hubiera sido presidente de Argentina, Watergate sería sólo una anécdota o un motivo de risa. Fuentes bien informadas sostienen que el uso de la SI va más allá de las escuchas. El año pasado, durante los feriados de Semana Santa, la explosión de un caño dejó sin agua corriente a Mar del Plata. Gente vinculada a lo que llamaremos el "sub-mundo" sostiene que la SI estuvo detrás de eso para apurar la definición del intendente vecinalista de La Feliz, Gustavo Pulti, quien por entonces dudaba en ir como candidato testimonial del FPV.

Que Macri escuche ilegalmente genera escándalo, que el gobierno haga uso y abuso de la SI, no. Las mentiras de Blumberg y Telerman son dignas de la condena de la más horrible moralina burguesa, pero la mentira mes a mes del INDEC, muchísimo más grave, no parece escandalizar tanto, o al menos parece que nos hemos acostumbrado. Se podría dar el absurdo de que algún pelagatos que evada un año de pago del monotributo tenga que ir a la justicia, mientras el matrimonio presidencial es absuelto por el juez Espartacus en la causa por enriquecimiento ilícito.

Así y todo, mi intuición es que salvo que el gobierno quiera inflar a Macri como candidato, como para poder contender con la centro derecha en el 2011, es contraproducente el avance de Oyarbide sobre el jefe de gobierno porteño. Por una vez, Macri (o sus asesores) han sido lo suficientemente inteligentes como para plantear una acción comunicacional eficaz presentando a Macri como una víctima de un juez corrupto que unos pocos meses atrás en un breve trámite avaló el impresionante crecimiento patrimonial de los K. Macri se ha convertido en un David que pelea contra Goliat, y si bien la opinión pública castiga a los boludos, simpatiza con los débiles que encaran peleas quijotescas. En este caso, Macri es el David que debe lidiar contra un gobierno que le retacea recursos y que encima, por aspirar a ser presidente, lo acosa utilizando a un juez de dudoso prestigio. El relato es perfecto. Macri podrá victimizarse como lo está haciendo, y hasta quizás vea como el mes que viene su imagen mejora en las encuestas.
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