domingo, febrero 08, 2009

Speaking about the devil...

Días atrás alguien muy cercano tuvo el dudoso gusto de compartir una reunión con el miserable Guillermo Moreno. Independientemente del contenido de la misma, conversando sobre el tema, un amigo, también blogger, manifestó su simpatía por Moreno, no tanto por su evidente fascismo, o por sus desatinos en el INDEC, sino por poner a raya a los empresarios, que según él, son lo peor que hay en la Argentina.

Ciertamente uno puede tener apreciaciones más o menos positivas de los empresarios argentinos (me refiero a los grandes) y debo decir que si pienso en todos aquellos ex contratistas del estado, reconvertidos en privatistas o mismo en muchos de aquellos menemistas del mundo financiero hoy devenidos en kirchneristas con prominentes inversiones en el campo de la energía, pues me animo a decir que comparto el juicio de mi amigo. Eso no me hace ni socialista ni tampoco partidario de Moreno y sus métodos, ni exégeta de Chávez. Lejos de eso afortunadamente.

Pero hay una realidad y es que observando a grandes rasgos la trayectoria del gran empresariado no hay mucho por qué ilusionarse. Sin entrar en las posturas del establishment empresarial respecto a las dictaduras, limitemonos a sus decisiones estrictamente empresariales. El patrón se repite: se hace dinero a costa del estado; se vive de la protección tarifaria; en momentos de sobrevaluación cambiaria se vende al mejor precio posible la empresa a un inversor extranjero; se la recompra tras la crisis cíclica que cada 6-10 años sufre la Argentina; se hacen más negocios con el estado, que siempre ocupa el lugar de socio bobo (el estado, es decir nosotros; no los funcionarios que se ocupan de gestionarlo y que reciben jugosas comisiones para que el estado sea bobo).

Pues bien, yo me permito disentir con la simpatía de mi amigo por Moreno dado que lo que éste energúmeno representa es sencillamente todo lo contrario a lo que él busca.

Un primer motivo es que el único capaz de mantener a raya a los empresarios es obviamente el Estado. Pero debe ser un Estado fuerte, con funcionarios capaces y con instituciones adecuadas. El capitalismo para funcionar necesita de un entorno institucional adecuado (no digo adecuado a sus intereses, pero sí adecuado). Los límites entre cuanto se deja librado al mercado son obviamente discutibles, pero esos límites son necesarios y las regulaciones también porque los mercados fallan. Moreno no firma resoluciones y todos los límites que mediante un método basado en amenazas y un matonismo difícilmente compatible con la democracia, pone al funcionamiento de los mercados, no solo contribuyen a establecer absurdas distorsiones, sino que logran que la producción se deteriore (vean lo que pasó con la carne, con la leche, con el petróleo, todos áreas donde "José Polirrubro" Moreno intervino)planteando serios interrogantes a futuro.

Pero no es sólo eso, Moreno busca la concentración económica y la prefiere, dado que ello facilita tanto el ejercicio de coacciones como la interlocución. Es más fácil controlar precios logrando un acuerdo con 4 cadenas de supermercados que tener que arreglar con 5000 almacenes barriales. Las expectativas de inflación muestran que los acuerdos de Moreno no han sido muy eficaces, pero incluso si lo hubieran sido, un día Moreno no estará allí (al fin y al cabo podrá saber de gas, petróleo, lácteos, carnes, créditos hipotecarios, prendarios, telecomunicaciones, etc., pero es mortal y tampoco tiene en forma vitalicia el puesto en la secretaría de comercio interior) y la concentración también estará allí, tal vez hasta estimulada por Moreno, y nosotros (consumidores) también estaremos allí, para seguir siendo víctimas de las prácticas monopólicas y oligopólicas de esos grandes grupos concentrados.

En suma, Moreno puede mantener hoy a raya a los empresarios(en lo personal creo que no lo hace porque veo mes a mes como cada vez tengo que erogar más en el supermercado, para adquirir menos y de peor calidad)con sus métodos de dudosa calidad democrática, pero en definitiva su mayor logro será desacreditar el rol de regulador y vigilante sobre el funcionamiento de los mercados, que el estado debe cumplir. Nadie mejor que Felipe Solá cuando dijo "Moreno es un choto". Efectivamente lo es. Conversando en privado hace un tiempo con un alto funcionario del hoy desvalorizado ministerio de Economía, se manifestaba de la misma manera, quejándose que Moreno terminaría por deslegitimar a quienes creían en que no todo puede dejarse librado al mercado.

Si realmente nuestros empresarios son tan malos (y no veo porque no deberían de serlo) la forma de ponerlos en caja es con instituciones más sólidas no con personas como Moreno. Ya lo decía Perón: "la organización vence al tiempo" lo cual en cristiano podemos traducir en "las personas pasan, las instituciones perduran".

Dejo para cerrar una cita de Adam Smith pocas veces recordada y que viene a tono con el posteo:

"Los comerciantes del mismo gremio rara vez se reúnen, siquiera para pasar un buen rato, sin que terminen conspirando contra el público".
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