Navegar a la deriva o la lógica de las paritarias en tiempos del INDEC morenizado
Hoy Artemio López publica una nota en Crítica en la cual señala que las cámaras patronales y los medios de prensa burgueses hablan del fin del flagelo inflacionario, el cual estaría causado por la ralentización de la economía local y las menores presiones inflacionarias que genera la baja en el precio de los commodities. Esa menor inflación llevaría a que las cámaras negocien aumentos de salarios más bajos en las paritarias. Es decir que AL sugiere que tanta cháchara mediática sobre la desaceleración inflacionaria por parte de empresas y consultores económicos que hace meses se quejaban de la inflación al 30% anual tiene la intencionalidad de condicionar las paritarias.
No se si es así, pero es evidente que en caso que lo fuera, ello se lo debemos a Moreno y a Kirchner. Del lado de los sindicatos la situación es similar. Moyano declaró hace unos días que el parámetro para las negociaciones colectivas no debía ser la inflación del INDEC sino la inflación de las amas de casa. Por esos mismos días el Banco Central, en el informe de inflación correspondiente al primer trimestre de 2008 optó por usar el índice de precios implícitos de la economía en vez del índice de precios al consumidor para calcular la pérdida del poder compra de los salarios durante 2008, implícitamente admitiendo, como Moyano, que el IPC de Moreno solo sirve para que Néstor y Cristina crean que en la Argentina no hay inflación, y que para el stock de deuda nacional y provincial no aumente a causa de la inflación.
Todo esto muestra claramente las desventajas del proceso de destrucción institucional al que Kirchner, Moreno y demás criminales han sometido al INDEC. Los índices del INDEC no gozan ni de confiabilidad ni de validez, ni entre la opinión pública (ver para ello la encuesta mensual que Di Tella hace sobre expectativas de inflación) ni entre los sindicatos, ni entre los empresarios, ni tampoco para los funcionarios del Banco Central, cuya misión principal, dicho sea de paso, es justamente velar por el valor de la moneda.
En algún punto la eliminación del INDEC se asemeja a las situaciones en las que el mercado falla. Stiglitz, que ganó su merecido premio Nóbel por investigaciones vinculadas a ese tema y no por las diatribas contra las instituciones de Bretton Woods lo muestra con un ejemplo referido al mercado de autos usados en los Estados Unidos que es citado por Keohane en "Después de la Hegemonía".
En Estados Unidos los vendedores de autos usados gozan de muy mala reputación. El desprestigio existente en el mercado de autos usados lleva a que aquellas unidades en buen estado obtengan un menor precio del que deberían recibir, y a que posiblemente, por la falta de información, aquellos vehículos no tan buenos (o esos que como dicen los tipos que te venden un usado "lo manejaba una señora grande que solamente lo sacaba cuando iba a hacer las compras") reciban un precio superior. El mercado en este caso no funciona bien.
Con el Indice de Precios al Consumidor de Moreno pasa lo mismo. Nadie, salvo Cristina y Nestor, cree en su sano juicio que en 2008 la inflación fue del 7.2% (ni fumado ni borracho). Todos sabemos que fue superior a ese número pero no sabemos cuanto. Lógicamente los empresarios, al momento de sentarse a negociar las paritarias buscarán que sea lo más cercano al 7.2%, mientras que los sindicatos (aunque aliados del gobierno) pretenderán que sea lo más lejano a ese 7.2%, dado que de lo contrario serán artífices de una licuación del poder de compra de esos mismos trabajadores a quienes dicen defender. Algunos consultores dirán que la inflación se desaceleró por la recesión, otros podrán decir que se mantiene elevada por inercia o por los recientes aumentos en los precios de servicios públicos, etc.
Lo cierto es que no sabemos donde estamos parados.
No sabemos si el crecimiento en 2008 fue del 7% o del 5.5%
No sabemos cuantos pobres e indigentes hay en la Argentina.
No sabemos si la producción industrial crece, está estancada o cae y tampoco podemos saber con algún grado de validez a qué ritmo lo hace.
No sabemos cuál es el nivel real de empleo y desempleo, ni tampoco tenemos una medida cierta de su evolución.
Estamos sin brújula y ello no es menor dado que gobernar es justamente dirigir la nave.
¿Qué políticas públicas para disminuir la inflación y la pobreza, o para aumentar el empleo pueden formularse cuando las estadísticas oficiales del gobierno nos dicen que no hay inflación, que la pobreza disminuye y que el empleo crece? Las estadísticas oficiales deben ser primero y fundamentalmente un insumo para que el gobierno elabore sus políticas a parte de servir como parámetro para distintos actores sociales. Hoy no tenemos nada de eso.
Kirchner, Moreno, muchas gracias!
No se si es así, pero es evidente que en caso que lo fuera, ello se lo debemos a Moreno y a Kirchner. Del lado de los sindicatos la situación es similar. Moyano declaró hace unos días que el parámetro para las negociaciones colectivas no debía ser la inflación del INDEC sino la inflación de las amas de casa. Por esos mismos días el Banco Central, en el informe de inflación correspondiente al primer trimestre de 2008 optó por usar el índice de precios implícitos de la economía en vez del índice de precios al consumidor para calcular la pérdida del poder compra de los salarios durante 2008, implícitamente admitiendo, como Moyano, que el IPC de Moreno solo sirve para que Néstor y Cristina crean que en la Argentina no hay inflación, y que para el stock de deuda nacional y provincial no aumente a causa de la inflación.
Todo esto muestra claramente las desventajas del proceso de destrucción institucional al que Kirchner, Moreno y demás criminales han sometido al INDEC. Los índices del INDEC no gozan ni de confiabilidad ni de validez, ni entre la opinión pública (ver para ello la encuesta mensual que Di Tella hace sobre expectativas de inflación) ni entre los sindicatos, ni entre los empresarios, ni tampoco para los funcionarios del Banco Central, cuya misión principal, dicho sea de paso, es justamente velar por el valor de la moneda.
En algún punto la eliminación del INDEC se asemeja a las situaciones en las que el mercado falla. Stiglitz, que ganó su merecido premio Nóbel por investigaciones vinculadas a ese tema y no por las diatribas contra las instituciones de Bretton Woods lo muestra con un ejemplo referido al mercado de autos usados en los Estados Unidos que es citado por Keohane en "Después de la Hegemonía".
En Estados Unidos los vendedores de autos usados gozan de muy mala reputación. El desprestigio existente en el mercado de autos usados lleva a que aquellas unidades en buen estado obtengan un menor precio del que deberían recibir, y a que posiblemente, por la falta de información, aquellos vehículos no tan buenos (o esos que como dicen los tipos que te venden un usado "lo manejaba una señora grande que solamente lo sacaba cuando iba a hacer las compras") reciban un precio superior. El mercado en este caso no funciona bien.
Con el Indice de Precios al Consumidor de Moreno pasa lo mismo. Nadie, salvo Cristina y Nestor, cree en su sano juicio que en 2008 la inflación fue del 7.2% (ni fumado ni borracho). Todos sabemos que fue superior a ese número pero no sabemos cuanto. Lógicamente los empresarios, al momento de sentarse a negociar las paritarias buscarán que sea lo más cercano al 7.2%, mientras que los sindicatos (aunque aliados del gobierno) pretenderán que sea lo más lejano a ese 7.2%, dado que de lo contrario serán artífices de una licuación del poder de compra de esos mismos trabajadores a quienes dicen defender. Algunos consultores dirán que la inflación se desaceleró por la recesión, otros podrán decir que se mantiene elevada por inercia o por los recientes aumentos en los precios de servicios públicos, etc.
Lo cierto es que no sabemos donde estamos parados.
No sabemos si el crecimiento en 2008 fue del 7% o del 5.5%
No sabemos cuantos pobres e indigentes hay en la Argentina.
No sabemos si la producción industrial crece, está estancada o cae y tampoco podemos saber con algún grado de validez a qué ritmo lo hace.
No sabemos cuál es el nivel real de empleo y desempleo, ni tampoco tenemos una medida cierta de su evolución.
Estamos sin brújula y ello no es menor dado que gobernar es justamente dirigir la nave.
¿Qué políticas públicas para disminuir la inflación y la pobreza, o para aumentar el empleo pueden formularse cuando las estadísticas oficiales del gobierno nos dicen que no hay inflación, que la pobreza disminuye y que el empleo crece? Las estadísticas oficiales deben ser primero y fundamentalmente un insumo para que el gobierno elabore sus políticas a parte de servir como parámetro para distintos actores sociales. Hoy no tenemos nada de eso.
Kirchner, Moreno, muchas gracias!
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