sábado, febrero 16, 2008

Visita incómoda

La visita del dictadorzuelo de Guinea Ecuatorial ha generado mucho revuelo, aparte de haber dado lugar a una incómoda y ridícula escena durante el encuentro que éste mantuvo con la presidenta Cristina Fernández. Los medios criticaron dúramente al gobierno por recibir a un mandatorio cuya trayectoria puede bien ser descripta como el prontuario de un sanguinario criminal. Cristina, ajena a la organización de la visita del presidente de Guinea Ecuatorial muy probablemente (sabría antes de este episodio donde está efectivamente Guinea Ecuatorial en el mapa?) sólo a último momento tomó noticia de la tristemente célebre trayectoria de su incómodo visitante, y para quedar a salvo de las críticas progresistas, optó por criticar en público a su visitante. Es como si uno invitara a alguien a comer a su casa, y en medio de la noche sacara a relucir un oscuro pasado y lo criticara delante del resto de sus invitados.

Dejando de lado la anécdota, creo que este episodio ilustra bien algunos debates en el ámbito de la teoría de las Relaciones Internacionales. Por ejemplo, para los cultores del realismo a Cristina poco debería haberle importado si el presidente de Guinea Ecuatorial era un dictador sangriento con su población o si era Mahatma Gandhi. Lo decisivo sería el beneficio de la visita. Desde este punto de vista: dejó algún beneficio concreto recibir a este dictador? Mucho se habló del tema hidrocarburos y de posibles operaciones de ENARSA en Guinea Ecuatorial, pero en concreto la visita no parece haber arrojado grandes resultados.

Para los teóricos liberales de Relaciones Internacionales la visita de Teodoro Obiang Nguema (a todo esto, el nombre de este tipo me hace acordar al del personaje de Les Luthiers Yogurtu Ngue) no sería justificable ni siquiera desde el punto de vista del beneficio económico, y probablemente estarían de acuerdo en la crítica en público de Cristina. Pero como mismo autores liberales como Michael Doyle reconocen el liberalismo en relaciones internacionales suele manejarse con un doble estándar cuando lidia con regimenes autoritarios: calla antes los poderosos y reserva las críticas a los débiles. Algo que aplica a muchos de quienes criticaron la visita de Obiang: se rasgan las vestiduras por Obiang, Chávez y Castro, pero nada dicen de las atrocidades que a diario se cometen en China.

Dejando de lado los debates pueden sacarse algunas lecciones de este episodio en mi opinión:
1) la política exterior continúa siendo uno de los flancos más débile y peor manejados por este gobierno (tomamos a Cristina como una pura continuidad de la administración de su marido)
2) la política exterior debe ser manejada por la Cancillería y no por otros ministerios como ocurre ahora. Es sabido que la relación con Venezuela la maneja De Vido y que esta visita fue también orquestada por la gente de Planificación Federal. Como mínimo, deberían haber consultas interministeriales para chequear ciertas cuestiones y evitar papelones a la presidenta.
3) Es sano que el respeto a los derechos humanos sea un eje de la política exterior, aun sabiendo que muchas veces habrá que mirar para otro lado (la relación con China por ejemplo). Siendo el campo de las relaciones internacionales un ámbito en el que es problemático atarse a absolutos morales y a veces se requiere una cierta dosis de pragmatismo, tal vez haya que preguntarse en algunos casos si ciertas acciones dejan o no dejan réditos ya sea desde el punto de vista material o simbólico. La visita de Obiang creo que no deja nada.

6 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Impecable, Zabalita. Es usted un buen calculador.

Lo celebro.

12:33 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Muy bueno, Zabalita. Abrazo.

1:17 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

La pregunta sería. ¿Queda algún cuadro profesional en la cancillería en condiciones de decirle al o los ministros "Miren que se están mandado una cagada"?

Saludos!!

12:41 p. m.  
Blogger Aureliano Buendía said...

Zabalita, creo que en este tema no hay muchas opciones: hay que ponerse del lado realista. Cuando uno ve cuáles son los gobiernos en la lista de países exportadores de petróleo, se encuentra con que hay más tipos como este que gobiernos decentes; al punto que Chávez parece cualquiera de los autores del Federalista al lado de (casi) todos sus pares de la OPEP. Si necesitás petróleo, tenés que tratar con esta gente, aunque más no sea tapándote la nariz.

No obstante, creo que el error fue el grado de exposición dado a una visita innecesaria y (ahora) de beneficios muy dudosos. Y el error fue consecuencia de la falta de comunicación y coordinación intra-gobierno, que hubiera permitido manejar en forma más "muñeca" las aristas más incómodas.

7:25 p. m.  
Blogger Zabalita said...

Justamente Aureliano: la crítica es que nos quedamos sin el pan y sin la torta. El tipo se fue recaliente por la crítica en público y la posibilidad de los negocios se desvaneció.

Ya que tocamos el tema del petróleo y la necesidad de apelar a Chávez o tal vez a Evo Morales, o en el peor de los casos a Obiang o Khaday, tengo algo para decir. Vale la pena ir a buscar petróleo tan lejos? O no sería más conveniente fomentar mejores condiciones de inversión dentro del espacio argentino para buscar gas y petróleo? Por ejemplo: a Bolivia se le paga 6 USD por millon de BTU y ni siquiera tenemos garantía de que Evo pueda cumplir con lo acordado. A un productor interno se le paga con mucha suerte 2,5 dólares por millón de BTU.

Lo mismo ocurre con el petróleo: año a año cae la producción (pueden verificarlo en el INDEC) y disminuyen la cantidad de pozos o en el mejor de los casos no aumentan. A un productor interno se le pagan entre 30 y 37 dólares por barril (varía dependiendo si exporta o si le vende a un refinador) mientras que traer petróleo de Guinea quien sabe cuanto va a salir. No convendría entonces ver alguna forma de estimular la exploración y explotación de petróleo en la Argentina antes de tener que lidiar con indeseables como Obiang? Esta visita de Obiang me hace acordar al acuerdo que en su momento López Rega firmó con Khadafy para el suministro de petróleo y que resultó una verdadera estafa.

Si fuéramos Japón y hubiera que comprarle petróleo al mismo diablo, pues hay que hacerlo, ahora bien, no somos Japón y si bien en un par de años comenzaremos a importar petróleo, ello podría no ser así. Si así ocurre, será por culpa de una sucesión de malas políticas, que oscilan entre la complicidad con las petroleras y un trato absurdamente agresivo y tonto (pero no por ello menos cómplice) con el sector privado

8:04 p. m.  
Blogger Aureliano Buendía said...

Pero, Zabalita, eso requiere políticas. No sólo eso, sino más aún: requiere políticas de largo plazo y con cierto grado de planificación. Usted pretende mucho.

Yo sólo sugería que haya cierta interacción entre las carteras ministerias. Hasta, en una de esas, una reunión de gabinete.

9:41 a. m.  

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