Un mes de gobierno
Ha pasado un mes desde el comienzo de la actual gestión y tras, unas breves y no suficientes vacaciones (aunque muy muy felices por cierto!), resulta oportuno volver a postear. Pasado este mes hay algo que queda claro: el gobierno de Cristina Kirchner muestra una mayor grado de continuidad con el de su marido predecesor que el que muchos auguraban o esperaban. El mensaje que se intentó proyectar en foros internacionales como el influyente Council of the Americas fue solo eso, un mensaje. La hora de la calidad institucional no ha llegado. El matonismo de Moreno continúa, el ministro de economía sigue siendo Néstor Kirchner, el Pacto Social es solo un slogan que será archivado junto a las ya trilladas invocaciones que hace años escuchamos respecto de la necesidad de una versión local del Pacto de la Moncloa, el INDEC sigue intervenido y las cifras de inflación (junto a otras estadísticas oficiales) siguen siendo manipuladas, y la negación de los problemas o su minimización (junto a la búsqueda de explicaciones muy creativas por cierto, pero para nada convincentes) continúan siendo un rasgo del gobierno.
La relación con el mundo tampoco da signos de mejoría: Cristina fue recibida por el baldazo de agua fría del escándalo de la valija, y si bien pensamos que detrás de ese recibimiento hay intereses obvios de ciertos actores dentro de los Estados Unidos, pero podía haber reaccionado de forma distinta, dándole una lección a los Roger Noriega. Luego vino la intervención en el proceso de intercambio humanitario en Colombia. No es cuestión de hacer leña del árbol caídó. Es preferible pensar que el gobierno, y sobre todo el ex presidente Kirchner, aunque bien intencionado, fue víctima de su ingenuidad (como cuando le escribió una carta a Fidel Castro por el caso Hilda Molina) y de su desinterés e inexperiencia en asuntos internacionales. Se prestó a un circo montado por las FARC, Hugo Chávez y Oliver Stone, y su participación lamentablemente mereció más el "Trompetita de Oro" que el Oscar. Igualmente, se valora su buena voluntad y su predisposición, sobre todo considerando el escaso interés del ex presidente por las cuestiones internacionales y su disgusto por los viajes.
Dejando esto de lado, el tema papeleras no ha cambiado en nada: los puentes siguen cortados y en este tema los asambleistas de Gualeguaychú siguen teniendo la voz cantante gracias a la pasividad del gobierno.
En materia económica el gobierno no parece preocuparse por la inflación y tal como ha declarado el ministrio de economía, la prioridad es crecer a la mayor tasa posible, sin importar que a) la inversión resulta insuficiente para sostener las actuales tasas de crecimiento; b) continuar haciéndolo agravará los problemas inflacionarios. Hay signos ciertamente de moderación en lo fiscal, pero resta ver si serán suficientes. En todo caso, la mejora en el plano fiscal parece estar más bien asentada sobre una actitud confiscatoria de parte del gobierno sobre aquellas actividades que hoy gozan de una ventaja comparativa fruto de los altos precios internacionales y un tipo de cambio competitivo, pero declinante, debido a los mayores costos generados por la inflación.
En el plano energético, el cacareado plan de ahorro y el monitoreo de los porteros no parecen dar cuenta de la gravedad de la situación. El problema es más grave y en la medida que se crezca "a la mayor tasa posible", se agravará más. Sobre todo, si al consumidor se le sigue dando la señal via precios, de que la energía es un recurso abundante.
No hay una crisis en el corto plazo ni tampoco estamos frente al 2001 reload como algunos imbéciles desean. Pero sí pareciera que lentamente vamos perdiendo una oportunidad única fruto de la torpeza del gobierno. Ha pasado un mes y parece que estuviéramos frente a un gobierno de vacaciones.
Cristina podría haber forjado un estilo propio, aprovechando el cambio de gestión para diferenciarse de su marido y evitar la imagen de "ser más de lo mismo, pero con pollera, tailleur y botox". ¿Cambiará la situación pasado el verano? Si efectivamente se evitó buscar el supuesto efecto Bachelet en marzo o abril deberían haber cambios que apunten a una oxigenación del gobierno. Pero como alguna vez me sugirió alguien, un cambio de gabinete es una crisis y a nadie le gustan las crisis.
Cabe esperar los meses siguientes para ver si efectivamente Cristina dota de un estilo y dinamismo propio a la actual gestión y encara los problemas con soluciones efectivas y no con meras aspirinas.
La relación con el mundo tampoco da signos de mejoría: Cristina fue recibida por el baldazo de agua fría del escándalo de la valija, y si bien pensamos que detrás de ese recibimiento hay intereses obvios de ciertos actores dentro de los Estados Unidos, pero podía haber reaccionado de forma distinta, dándole una lección a los Roger Noriega. Luego vino la intervención en el proceso de intercambio humanitario en Colombia. No es cuestión de hacer leña del árbol caídó. Es preferible pensar que el gobierno, y sobre todo el ex presidente Kirchner, aunque bien intencionado, fue víctima de su ingenuidad (como cuando le escribió una carta a Fidel Castro por el caso Hilda Molina) y de su desinterés e inexperiencia en asuntos internacionales. Se prestó a un circo montado por las FARC, Hugo Chávez y Oliver Stone, y su participación lamentablemente mereció más el "Trompetita de Oro" que el Oscar. Igualmente, se valora su buena voluntad y su predisposición, sobre todo considerando el escaso interés del ex presidente por las cuestiones internacionales y su disgusto por los viajes.
Dejando esto de lado, el tema papeleras no ha cambiado en nada: los puentes siguen cortados y en este tema los asambleistas de Gualeguaychú siguen teniendo la voz cantante gracias a la pasividad del gobierno.
En materia económica el gobierno no parece preocuparse por la inflación y tal como ha declarado el ministrio de economía, la prioridad es crecer a la mayor tasa posible, sin importar que a) la inversión resulta insuficiente para sostener las actuales tasas de crecimiento; b) continuar haciéndolo agravará los problemas inflacionarios. Hay signos ciertamente de moderación en lo fiscal, pero resta ver si serán suficientes. En todo caso, la mejora en el plano fiscal parece estar más bien asentada sobre una actitud confiscatoria de parte del gobierno sobre aquellas actividades que hoy gozan de una ventaja comparativa fruto de los altos precios internacionales y un tipo de cambio competitivo, pero declinante, debido a los mayores costos generados por la inflación.
En el plano energético, el cacareado plan de ahorro y el monitoreo de los porteros no parecen dar cuenta de la gravedad de la situación. El problema es más grave y en la medida que se crezca "a la mayor tasa posible", se agravará más. Sobre todo, si al consumidor se le sigue dando la señal via precios, de que la energía es un recurso abundante.
No hay una crisis en el corto plazo ni tampoco estamos frente al 2001 reload como algunos imbéciles desean. Pero sí pareciera que lentamente vamos perdiendo una oportunidad única fruto de la torpeza del gobierno. Ha pasado un mes y parece que estuviéramos frente a un gobierno de vacaciones.
Cristina podría haber forjado un estilo propio, aprovechando el cambio de gestión para diferenciarse de su marido y evitar la imagen de "ser más de lo mismo, pero con pollera, tailleur y botox". ¿Cambiará la situación pasado el verano? Si efectivamente se evitó buscar el supuesto efecto Bachelet en marzo o abril deberían haber cambios que apunten a una oxigenación del gobierno. Pero como alguna vez me sugirió alguien, un cambio de gabinete es una crisis y a nadie le gustan las crisis.
Cabe esperar los meses siguientes para ver si efectivamente Cristina dota de un estilo y dinamismo propio a la actual gestión y encara los problemas con soluciones efectivas y no con meras aspirinas.
6 Comments:
che, Zabalita, qué es el premio "Trompetita de Oro"?
El premio Trompetita de Oro es la antítesis del Oscar. Se reparten un día antes de los Oscar y son los premios a las peores películas y peores actuaciones
Me surgen muchas preguntas en ese caso:
a.) ¿Una película puede ganar ambos? Tengo en mente una lista larga, diría larguísima de "las peores películas y peores actuaciones" que ganaron Oscars.
b.) ¿La antítesis del Oscar no sería premiar buenas películas y buenas actuaciones? Digo, me parece que la antítesis del Oscar es Cannes o Venecia, por ejemplo.
c.) Y si es la antítesis del Oscar, ¿por qué se llaman Trompetita de Oro? Yo le hubiera puesto Raúl o Roberto, porque "Trompetita" suena a la antítesis de un premio que se llamara Clarinete o Saxofón.
Coronel: sus preguntas me exceden. Igualmente usé la dualidad Oscar-Trompetita de Oro como una metáfora. Seguro que muchas pelis malas han ganado el OScar y muchas pelis excelentes no lo han ganado (Buenos Muchachos es un ejemplo perfecto; lo mismo diría de Pulp Fiction o la Naranja Mecánica, todas relegadas por un absurdo complejo de la academia respecto de la violencia), pero digamos que es simplemente una metáfora que se me ocurrión en el contexto de lo que escribía.
Otro día podemos hablar de las justicias e injusticias de los Oscar. De cualquiera manera, los Trompetita de Oro realmente son más acertados que los Oscar. Busque la lista si quiere
Viendo que la discusión sobre los premios está agotada, hago un comentario breve sobre el fondo de tu posteo.
Creo que el posteo parte de un supuesto con el que me encuentro en muchas columnas y comentarios desde que regresé a BA: que la oferta kirchnerista en las últimas elecciones y el gobierno de CFK involucraban un cambio radical, un giro copernicano respecto a los primeros cuatro años. Y eso me parece una lectura equivocada de las últimas elecciones.
En octubre uno de cada dos votantes optaron por la continuidad del kirchnerismo; y el resto optó por una miríada de opciones difícil de agrupar (y algunas de ellas, como Lavagna, no eran otra cosa que una variante de kirchnerismo emprolijado). Es decir, pretender que la reelección del kirchnerismo sea interpretada como un deseo popular de no-kirchnerismo es descabellado. Agarrarse de tres afichecitos que hablaban del "cambio" para reclamarle a CFK una agenda totalmente diferente (Y QUE LA INSTALE ENTRE EL 10.12 Y NAVIDAD!!) significa no mirar que el 98% de la campaña (en el discurso, en su estética, en sus listas de candidatos, en sus issues, etc.) ofrecían otros cuatro años de kirchnerismo.
Acuerdo con usted, querido Zabalita, que al gobierno se le pueden hacer muchas críticas, pero (le guste o no, me guste o no) la ciudadanía, los votantes, el pueblo quieren más de lo mismo y de eso se trata la democracia. A usted Moreno lo saca de las casillas, pero está a las claras que a los votantes les importa poco; de lo contrario, si les importara mucho, el voto negativo hubiera tendido a reunir a los opositores en octubre pasado y las elecciones mostraron lo contrario, una tendencia a la fragmentación del campo no peronista.
Que va'cer...
Zabalita.... reloaded
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