Encuestas
Que las encuestas (al menos las que se dan a conocer en los medios) han dejado de ser una fuente de información valiosa no es una novedad. En los últimos 5 años hemos presenciado una perversión escandalosa en la industria de la opinión pública. Si antes de 2003 sabíamos que tal o cual eran medio pícaros a la hora de dar a conocer sondeos y era posible incluso suponer que los yerros se debían a malos diseños muestrales o escenarios de alta volatilidad, en la actualidad cualquiera que sea encuestador (honesto o no) se encuentra incluido dentro del estado de sospecha. Los que no han querido ver su reputación dañada han optado por dedicarse a la investigación de mercado, aceptando solo trabajos de opinión pública fuera del país. A pocos días de las elecciones existe una sensación dominante: no hay segunda vuelta. Sin embargo, comparando los números las certezas parecen diluirse, y si bien la mayoría de las encuestadoras dan triunfadora a Cristina en primera vuelta, los porcentajes muestran variaciones más amplias que las que uno podría atribuir al margen de error y demás factores. Las encuestas evidentemente se han convertido en uno de los instrumentos predilectos de las operaciones políticas. El 28 por la tarde veremos si quienes desde la oposición dicen que Cristina viene cayendo en picada semana tras semana, y que en ciertas provincias habrá sorpresas mayúsculas, o si realmente la Dama obtiene la diferencia abultada (aunque variable de acuerdo a la fuente) que muchos pronostican.
Si hay segunda vuelta, algo que a Zabalita le parece poco probable (pero no descartable), esto significará una derrota política mayúscula para el gobierno. Incluso si triunfa en la segunda vuelta. Si no la hay, creo que a quienes nos interesa la política, por fin tendremos algo de que hablar a diferencia de los últimos 6 meses, bastante aburridos por cierto. En mi opinión, el escenario post-28 es definitivamente mucho más interesante, no solo por las obvias pujas por la formación del gabinete, sino también por las tareas a encarar: reducir la inflación, sincerar el INDEC, ajustar las tarifas, disciplinar a gremios y empresarios, reducir el ritmo de crecimiento del gasto público, etc. Tareas que siempre nos encargamos de recordar desde este blog y que demandan gran capacidad política, y la gran pregunta es si el gobierno la tiene. Y si Cristina está dispuesta a asumir los costos políticos de una herencia no imposible, pero seguro que tampoco liviana, con la que deberá lidiar a partir del 10/12, si triunfa el 28/10.
Si hay segunda vuelta, algo que a Zabalita le parece poco probable (pero no descartable), esto significará una derrota política mayúscula para el gobierno. Incluso si triunfa en la segunda vuelta. Si no la hay, creo que a quienes nos interesa la política, por fin tendremos algo de que hablar a diferencia de los últimos 6 meses, bastante aburridos por cierto. En mi opinión, el escenario post-28 es definitivamente mucho más interesante, no solo por las obvias pujas por la formación del gabinete, sino también por las tareas a encarar: reducir la inflación, sincerar el INDEC, ajustar las tarifas, disciplinar a gremios y empresarios, reducir el ritmo de crecimiento del gasto público, etc. Tareas que siempre nos encargamos de recordar desde este blog y que demandan gran capacidad política, y la gran pregunta es si el gobierno la tiene. Y si Cristina está dispuesta a asumir los costos políticos de una herencia no imposible, pero seguro que tampoco liviana, con la que deberá lidiar a partir del 10/12, si triunfa el 28/10.
2 Comments:
Estoy cansado de las encuestas... Quiero que llegue el 28 de una vez para ver a qué encuestador le hacemos un escrache.
Me parece fantástico lo que decís. Como siempre dicen la única encuesta que vale es la definitiva. Y que las urnas hablen nomás.
Ahora, en general la historia demuestra que solo se quejan de las encuestas aquellos que no les va bien en las mismas.
Yo la verdad es que ya no confío en ninguna, pero el pálpito que tengo es triunfo de Cristina en primera vuelta, aunque sin mi colaboración desde ya.
En fin, que las urnas hablen de una buena vez.
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