Liberales truchos
Hoy no voy a criticar al gobierno o a alguno de sus impresentables funcionarios como Alberto Fernández o Guillermo Moreno. No, el tiempo abunda para tirarles hondazos a estos tipos. Hoy, la crítica va para los que son funcionales a esta clase de gente. El blanco del tribuno son los mal llamados liberales argentinos. ¿A quienes me refiero? Bueno, miren, como muestra sobra un botón y acá les va uno. Un tal señor Héctor Bergadá Mugica escribe con motivo de la muerte de Milton Friedman:
"En noviembre de 1981, un grupo de argentinos simpatizantes con la auténtica economía liberal (que el país nunca debió abandonar), asistimos a la reunión de la Sociedad Mont Pelerin, realizada en Viña del Mar. Los que fuimos discípulos de Friedman por breves días nos enriquecimos con sus claras enseñanzas y también la sabiduría ancestral china al escuchar otra campana no comunista (...) Tanto la China de Mao como el Chile de Pinochet se beneficiaron con la Escuela de Chicago. Las pruebas están a la vista. No importa cuánto hayamos querido u odiado a ambos regímenes; lo cierto es que ambos pueblos avanzan con la semilla de la libertad que Friedman y otros plantaron."
Leo a este verdadero idiota y me da la sensación que me está cargando. Paso a paso como dice Mostaza. La economía liberal puede ser importante para lograr un mayor eficiencia, crecimiento económico, etc. Pero esto es algo opinable y discutible. Por decirlo de alguna manera, aplicar políticas liberales en materia económica es una cuestión de conveniencia. La economía liberal es en este sentido, el punto más negociable del liberalismo. Lo que no se negocia son las libertades políticas y civiles, que son las que realmente importan, las que hacen a la dignidad de la persona humana.
Hablar de liberalismo y a la vez de Pinochet y Mao es tener un corso a contramano en la cabeza. Porque si algo no hicieron estos dos grandes h...d...p fue respetar la libertad. De que semilla de libertad me habla el señor Bergadá? De la misma semilla de libertad de Videla, Massera y Agosti? Gracias a la gente como Bergadá, y a otros personajes más conocidos como Mariano Grondona o Armando Ribas la Argentina tiene el raro privilegio de ser un país donde el liberalismo aparece ligado a las dictaduras.
Si pensadores de la tradición liberal como Locke, Montesquieu, Constant o hasta el propio Adam Smith oyeran o leyeran la sarta de estupideces de nuestros liberales-autoritarios, como mínimo se deprimirían y mucho.
Bueno, gracias a nuestros liberales-autoritarios, la causa de la libertad aparece paradójicamente limitada al campo económico (que como dije puede ser importante, pero comparado con la libertad de expresión, la libertad de culto, la libertad de asociación, etc., es definitivamente un aspecto accesorio) y asociada a regímenes autoritarios.
Es hora de construir un liberalismo que honre la centenaria tradición de defensa de los derechos de la persona frente a los abusos del estado y la sociedad. La palabra liberal tiene que dejar de estar asociada exclusivamente al libre mercado, y cada vez más tiene que ser sinónimo de respeto a la dignidad humana. Si el libre mercado sirve, que se aplique. Si no sirve para mejorar la vida de las personas, tiremoslo al tacho. Si es necesaria la regulación del estado para corregir las fallas del mercado, bienvenida sea. Lo que jamás puede ser objeto de transa o negociación alguna es nuestra libertad de opinar, de pensar críticamente, de ser distintos si así nos place.
Señor Bergadá, lea o relea (si alguna vez lo hizo) a los liberales y reexamine su elogio hacia la semilla de libertad que plantaron Pinochet y Deng Xiaoping, porque esas semillas están regadas con sangre, la sangre de la caravana de la muerte, de los fusilamientos en el estado nacional de Santiago, de la masacre de Tiananmen.
"En noviembre de 1981, un grupo de argentinos simpatizantes con la auténtica economía liberal (que el país nunca debió abandonar), asistimos a la reunión de la Sociedad Mont Pelerin, realizada en Viña del Mar. Los que fuimos discípulos de Friedman por breves días nos enriquecimos con sus claras enseñanzas y también la sabiduría ancestral china al escuchar otra campana no comunista (...) Tanto la China de Mao como el Chile de Pinochet se beneficiaron con la Escuela de Chicago. Las pruebas están a la vista. No importa cuánto hayamos querido u odiado a ambos regímenes; lo cierto es que ambos pueblos avanzan con la semilla de la libertad que Friedman y otros plantaron."
Leo a este verdadero idiota y me da la sensación que me está cargando. Paso a paso como dice Mostaza. La economía liberal puede ser importante para lograr un mayor eficiencia, crecimiento económico, etc. Pero esto es algo opinable y discutible. Por decirlo de alguna manera, aplicar políticas liberales en materia económica es una cuestión de conveniencia. La economía liberal es en este sentido, el punto más negociable del liberalismo. Lo que no se negocia son las libertades políticas y civiles, que son las que realmente importan, las que hacen a la dignidad de la persona humana.
Hablar de liberalismo y a la vez de Pinochet y Mao es tener un corso a contramano en la cabeza. Porque si algo no hicieron estos dos grandes h...d...p fue respetar la libertad. De que semilla de libertad me habla el señor Bergadá? De la misma semilla de libertad de Videla, Massera y Agosti? Gracias a la gente como Bergadá, y a otros personajes más conocidos como Mariano Grondona o Armando Ribas la Argentina tiene el raro privilegio de ser un país donde el liberalismo aparece ligado a las dictaduras.
Si pensadores de la tradición liberal como Locke, Montesquieu, Constant o hasta el propio Adam Smith oyeran o leyeran la sarta de estupideces de nuestros liberales-autoritarios, como mínimo se deprimirían y mucho.
Bueno, gracias a nuestros liberales-autoritarios, la causa de la libertad aparece paradójicamente limitada al campo económico (que como dije puede ser importante, pero comparado con la libertad de expresión, la libertad de culto, la libertad de asociación, etc., es definitivamente un aspecto accesorio) y asociada a regímenes autoritarios.
Es hora de construir un liberalismo que honre la centenaria tradición de defensa de los derechos de la persona frente a los abusos del estado y la sociedad. La palabra liberal tiene que dejar de estar asociada exclusivamente al libre mercado, y cada vez más tiene que ser sinónimo de respeto a la dignidad humana. Si el libre mercado sirve, que se aplique. Si no sirve para mejorar la vida de las personas, tiremoslo al tacho. Si es necesaria la regulación del estado para corregir las fallas del mercado, bienvenida sea. Lo que jamás puede ser objeto de transa o negociación alguna es nuestra libertad de opinar, de pensar críticamente, de ser distintos si así nos place.
Señor Bergadá, lea o relea (si alguna vez lo hizo) a los liberales y reexamine su elogio hacia la semilla de libertad que plantaron Pinochet y Deng Xiaoping, porque esas semillas están regadas con sangre, la sangre de la caravana de la muerte, de los fusilamientos en el estado nacional de Santiago, de la masacre de Tiananmen.
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