Psicosis colectiva

Han un mes y medio desde la derrota del gobierno en la votación por la 125. Inicialmente algunos esperaron que los Kirchner hicieran algunos ajustes que, sin alterar el rumbo económico, contribuyeran a despejar ciertas incertidumbres que desde hace tiempo se ciernen como nubes en el horizonte próximo de la Argentina. La entrada de Massa al gobierno, sus primeras declaraciones, la conferencia de prensa de Cristina, el aumento en las tarifas eléctricas eran y aun son para los optimistas, señales de esos ajustes. Por el contrario, la confirmación de Moreno, la continuidad en el manoseo de las estadísticas oficiales, la ausencia de un plan efectivo de lucha contra la inflación son parte de la parte medio vacía de la botella.

La tozudez de los Kirchner y su vocación a seguir doblando la apuesta, a riesgo de minar su propia base de apoyo, han llevado no solo a críticas en voz alta de quienes hasta no hace mucho eran baluartes del gobierno dentro de la sociedad civil, sino a que los enemigos declarados del gobierno comiencen a esperanzarse con una salida anticipada del gobierno. Desde Wall Street análistas poco lúcidos comienzan a hablar de la posibilidad de default en 2009.

De alguna manera la psicosis de Néstor Kirchner se ha contagiado al resto de los actores. Días pasados en un evento organizado por Susan Segal con el claro objetivo de fortalecer a la alicaída Cristina, el tema de conversación preferido entre los asistentes era la probabilidad de que la presidenta no llegara a fin de mandato.
2008 parece la farsa de 2001. Este año ha sido profuso en referencias al 18 Brumario de Luis Bonaparte al punto que parece que lo hubiéramos incorporado a nuestras mentes ya. La historia se repite, primero como tragedia y luego como farsa. Y digo que esta es la farsa de 2001 porque en aquel momento el gobierno prácticamente carecía de opciones en materia de política económica, enfrentaba problemas económicos cuya resolución implicaba elevados costos y decisiones política y económicamente dolorosas y hasta heroicas. Independientemente de los problemas de la Alianza y de la incompetencia de De la Rúa, en el 2001 poco se podía hacer salvo rezarle a San Judas Tadeo, el patrono de las causas perdidas. Distinto es el 2008. Las bases de la economía están sólidas y en esto el jefe de gabinete tiene razón cuando dice que si pusiéramos los datos de 10 países incluida la Argentina, y ocultáramos sus nombres, el país sería elegido por los inversores como un mercado atractivo. Los problemas económicos de este gobierno son difíciles, pero no imposibles, y diría que nimios comparados con los que enfrentaron todos los anteriores gobiernos del 83 a la fecha. El contexto internacional pocas veces ha sido tan favorable para la Argentina. Reducir la inflación hacia una tasa razonable de un dígito alto (menos de eso probablemente conspiraría contra el crecimiento y la creación de empleo, los cuales son precondiciones necesarias para la reducción de la pobreza)eliminando los regresivos subsidios en materia energética hacia las clases medias y altas urbanas entraña costos, pero beneficios notables para el gobierno tanto en lo político como lo económico. Inexplicablemente, Néstor se ha encaprichado en arruinar todo lo bueno que hizo entre 2003 y 2007 que definitivamente no es poco. Y al hacerlo a contagiado su psicosis al resto de los actores.

Poco después de dejar el gobierno, Alberto Fernández confesó a sus colaboradores "Néstor se piró". Pues parece que la locura es contagiosa dado que teniendo solo en cuenta las condiciones objetivas no hay base para prever un default o una caída del gobierno en 2008 y 2009. Sin embargo, pareciera que lo único que previene un final anticipado a la gestión cristinista es que del otro lado está el vacío y no hay ningún armado coherente y consistente capaz de hacerse cargo de la gestión. Tal vez sea el momento de que todos paren la pelota y se bajen de la psicosis a la que nos ha llevado el "colectivero loco", tal como Marcos Novaro caracterizó a Kirchner.