Buenos Aires en enero es una ciudad solitaria...Ello tiene sus ventajas, reconozcámoslo. Calles vacías, poco tráfico al manejar, prácticamente no hay que hacer colas para nada, las casas de ropa están en plena liquidación. Está el tema del calor, pero salvo por esa fatídica primer semana de enero (en la que por suerte me hallaba fuera de la ciudad)el clima -para beneplácito y suerte de los porteños y también, dicho sea de paso, del gobierno- ha sido benigno. Enero en Buenos Aires, también tiene sus desventajas...Llega el sábado por la noche y por una de esas fortuitas casualidades todos mis amigos han salido de la ciudad o tienen planes alternativos. Con lo cual, vuelvo momentáneamente, a la rutina de esas solitarias noches del crudo invierno del 2007 en las que numerosos posteos fueron alumbrados al calor de la deliciosa grappa Bernardi (generosamente traida desde el Uruguay por mi progenitor) y la música de Bob Dylan, más específicamente, del disco Highway 61 Revisited.
Buenos Aires es solitaria en enero. Tan solitaria y desértica que cuesta encontrar políticos en la ciudad. La política se ha mudado a las playas de la costa, y fuera de alguna que otra noticia, los diarios están bastante aburridos, a no ser por la sección internacional. Dentro del aburrimiento del diario, poco inspirador para un buen posteo sobre la política local, hoy La Nación publica una perlita: una conversación en off de Martín Kanenguiser con Guillermo Moreno.
Ciertamente la gestión de Néstor Kirchner pasará a la historia por sus innegables logros y por algunos de sus inexplicables desaciertos, que la historia dirá si comprometieron la sustentabilidad de esos logros. Pero está claro que dentro de los libros de historia lamentablemente, Guillermo Moreno ocupará alguna que otra página. Es más, me animo a decir que el sheriff no solo tiene su sitial en la historia asegurado, sino que también lo tiene en la literatura.
Repasemos un poco. Moreno es el responsable de la manipulación de cuanta estadística publica el gobierno si la misma le resulta desfavorable. También se ha visto envuelto en episodios memorables que incluyen sus constantes alusiones al tamaño de su miembro como metáfora del poder con el que cuenta, con el objeto de intimidar a sus interlocutores. Con el mismo fin también ha recibido gente portando un revolver, que obviamente no planea usar mientras discute el precio de la leche, la nafta, la carne o la lavandina (iría preso en el acto). Ahora Moreno en su conversación con Kanenguiser, se da el lujo de burlarse de la más que complaciente ciudadanía (en el fondo, yo creo que al argentino medio le divierte y le gusta el comportamiento de Moreno. Es el cancherito del barrio que muchos quisieran ser) diciendo que este año borrará la inflación de la agenda pública y destacando como logro haber bajado la misma en 2007.
Nada me sorprende ya, nada me indigna. Diría que si no fuera porque la inflación se come mensualmente mis ingresos, Moreno me divierte. Y es tanto lo que me divierte, que estoy convencido que a) si algún escritor latinoamericano necesita un personaje, Moreno es una increíble fuente de inspiración (alguna vez, una persona de un hermano país latinoamericano con la que trabajo me dijo "este tipo merece estar en un libro de García Márquez); b) dando vuelta la primera afirmación, no es sorprendente que esa marca literaria llamada realismo mágico haya surgido en América Latina. Moreno es solo una pequeña muestra del material increíble que provee la realidad diaria de la región. Pongo un par de ejemplos grotescos para ilustrar (Moreno palidece frente a ellos): un presidente boliviano que declaró la guerra a Prusia durante la guerra franco-prusiana, hecho que es tan risible como la genial película de Peter Sellers "El Rugido del Ratón"; Ernesto López de Santanna, figura notoria en México en la primera mitad del siglo XIX mandó a enterrar con honores su pierna, perdida en el campo de batalla.
Moreno tiene mucha menor envergadura es cierto, pero estoy convencido que, en tanto siga dándonos material, va a terminar por inspirar un personaje de novela latinoamericana. Eso sí, la inflación no conseguirá reducirla. Tal vez en los índices que manipula groseramente, pero no en los bolsillos de la gente.
